El matrimonio

Fragmento de mi libro SIGMA

El matrimonio es bueno para la sociedad, pero ¿Cuándo fue la última vez que la sociedad se preocupó por ti? El matrimonio es bueno para la sociedad porque, siendo las estrategias de reproducción masculinas y femeninas diametralmente opuestas, la única forma de conseguir una sociedad estable es a través de un contrato en el que los dos sexos puedan cooperar. Revisemos las estrategias de reproducción del hombre y la mujer y el por qué son opuestas. El hombre, al ser el sexo que menos invierte en la reproducción, tiene la estrategia de esparcir su semilla a lo largo y ancho del mundo, es decir, reproducirse con la mayor cantidad de mujeres posibles. La mujer en cambio, al invertir y arriesgar mucho en el embarazo, el parto y la lactancia, tiene la necesidad de dos cosas: buscar la semilla del hombre que tenga más posibilidades de supervivencia (alfa) y asegurar los recursos y la seguridad social a través de un macho beta. ¿Cómo sabemos esto? Pues lo sabemos porque hace 8000 años por cada 17 mujeres que lograban reproducirse, solo un hombre lo hacía. Es decir, aunque te digan que no existe tal cosa como un macho alfa o beta, existe la evidencia fehaciente de que las mujeres se han reproducido en toda la historia de la humanidad con un selecto grupo de hombres, mientras que los otros se han tenido que dedicar o a morir o a proveer. Esto también era causado porque los hombres se mataban entre sí para poder reproducirse con más mujeres. Pocas mujeres encontraban en el mismo hombre el alfa y el beta, del cual tenga tanto su deseo genuino como la voluntad de comprometerse a cuidarla a ella y a las crías resultantes de esta relación, por ello la mujer ha recurrido a estrategias como el fraude parental (hacerle creer a un hombre que un hijo ajeno es suyo) o la estrategia cultural para establecer que los hijos de las mujeres “son de todos”, es decir, inventó los padrastros. Esta lucha primordial ejercía una presión enorme en las sociedades primitivas por la supervivencia y reproducción que impedía un crecimiento estable y una organización avanzada. Cuando el hombre se organiza y dice: “Bueno, no se puede crear un reino de esta manera” entonces inventa el matrimonio. Este es el pacto social: en el matrimonio las dos partes renuncian a optimizar sus estrategias sexuales, el hombre renuncia a reproducirse con todas las mujeres que pueda y la mujer renuncia a reproducirse con el hombre más alfa que pueda. Solo entonces, cuando cada hombre se unía a su respectiva mujer, la cual debía ser virgen para garantizar que todos esos recursos, protección y esfuerzos del hombre fuesen invertidos en su propia progenie, la sociedad pudo avanzar. Solo entonces se pudo establecer familia, herencia, linaje y solo entonces el hombre tuvo la motivación para crear algo más grande que sí mismo, un legado que perdure. ¿De qué le servía antes sacrificarse para crear un legado si no lo iban a disfrutar los de su propia estirpe? Bueno, hoy hemos llegado a la misma conclusión. Si ahora la mujer es libre de ir por la semilla más alfa posible, ¿tiene algún sentido conservar como hombres nuestra parte del trato y proveer a una sola mujer? Para mí no tiene ningún sentido. Tener la mayor cantidad de mujeres vuelve a ser (aunque ya no sea para reproducirse) la mejor estrategia en un mundo donde la hipergamia es libre. Otra cosa, en el matrimonio tradicional los roles establecían un liderazgo innegable por parte del hombre, además de beneficios como un trato especial por su esfuerzo y respeto en el hogar. El divorcio era mal visto e incluso castigado. Ahora en un mundo donde los maridos son la burla de la cultura y donde la mujer tiene más incentivos para divorciarse y llevarse la mitad de todo, que permanecer en el matrimonio y sacrificarse por su familia, ¿tiene sentido casarse? Muchos se casan por miedo a quedarse solos en su vejez, y a ellos les digo: el matrimonio no es una garantía de que vas a estar acompañado en tus años de vejez. Los beneficios del matrimonio que quedan, después del despiece sistemático de esta institución en favor de la mujer, son los mismos que teniendo una pareja estable. Además, como hombre, nada te asegura morir acompañado; aunque te cases, pueden ocurrir el divorcio o la muerte prematura. Ahora bien, hay dos escenarios donde casarse tiene su lugar y son: cuando eres una figura pública, ya que ser un hombre de familia aun es bien visto y en muchos casos necesario para poder tener poder político. Esto es debido a que el estatus que te da ser un político con poder hará inevitablemente que otros hombres te vean como una amenaza; después de todo, la fama es el afrodisíaco femenino. Por ello, para bajar esa ansiedad el hombre poderoso se casa, dando a entender a la sociedad que él no va a romper el pacto social bajando a tomar las mujeres de los hombres de menos estatus, sino que ya está comprometido con su esposa y familia. Por ello los políticos, futbolistas y otras figuras que requieren aprobación popular siempre tienen familia. Otras figuras públicas que no requieren aprobación, como lo son los músicos, actores y rockstars no se casan y mantienen sus posibilidades sexuales abiertas, lo cual nos dice mucho del deseo del hombre de reproducirse. En ese caso, si tu ascenso al poder requiere que seas una figura pública, cásate, pero protege todos tus bienes, ponlos a nombre de un familiar, una empresa, etc., con ello un abogado te podrá ayudar ya que en cada país las leyes son diferentes y en muchos países esto es ilegal. Si por alguna razón quieres tener varios hijos con la misma mujer, por la estabilidad de ellos conviene que te cases. Igualmente, protege tus bienes y prepárate para luchar por la custodia de tus hijos en la corte, aunque bajo la mayoría de marcos legales de este mundo actual, esto es una lucha perdida. Por último, si puedes obtener beneficio de dicho matrimonio (herencia, estatus, visa) hazlo, pero siempre separa el amor de la conveniencia. El amor y el matrimonio son incompatibles.

Este fue un fragmento de mi libro SIGMA: MENTALIDAD PARA UN MUNDO CAÓTICO

también lo puedes obtener en formato AUDIOLIBRO

Un abrazo

att. Tu hermano mayor

Iván Barca