TEST DE VALOR EN EL MERCADO SEXUAL

Fragmento de mi libro SIGMA

¿Qué es el mercado sexual?

Si piensas que el sexo es un juego romántico, ya perdiste.
No es un juego de emociones.
Es un mercado. Y es despiadado.

Una de las premisas más importantes es que, mientras exista oferta y demanda, habrá un mercado. Y el mercado sexual va mucho más allá del simple coito: abarca todas las formas de interacción entre los sexos, desde el matrimonio y las relaciones estables hasta las relaciones transaccionales. En este mercado, donde las leyes de la oferta y la demanda rigen cada acción, el comportamiento individual no es más que un engranaje dentro de la maquinaria de la reproducción y la selección. Se trata de un sistema regido por reglas tan frías e impersonales como las que gobiernan cualquier otro intercambio.

La característica principal de este mercado radica en un desequilibrio básico: la demanda masculina de sexo siempre supera la oferta femenina. Esta diferencia se explica por la inversión parental que la biología impone sobre las mujeres, haciéndolas, en promedio, más selectivas. Así, mientras los hombres buscan satisfacer su deseo, las mujeres ejercen el rol de “sexo justo”, filtrando y seleccionando. Ese filtro muchas veces se interpreta como un estándar moral superior, pero no es virtud: es biología. La supuesta “moral femenina” es solo un subproducto de la estrategia reproductiva que maximiza sus probabilidades de éxito.

Otra característica decisiva del mercado sexual es el desbalance en la demanda por mujeres jóvenes. La franja de 18 a 26 años concentra cerca del 80 % de la atención masculina, no solo en forma de ofertas sexuales, sino también monetarias. La razón es simple: representan fertilidad. En contraste, las mujeres no priorizan la edad de los hombres, sino sus capacidades de provisión y supervivencia. Por eso, los hombres de 30 a 40 años suelen ser los más valorados: acumularon recursos, estatus y experiencia, y aún conservan energía y fertilidad. Roma premiaba al general victorioso; las tribus al cazador; hoy las mujeres premian al hombre capaz de conquistar y proveer.

Este mismo enfoque mecanicista explica por qué la demanda de relaciones estables y matrimonio suele ser mayor entre las mujeres. Biológicamente, buscan seguridad y provisión. Durante su etapa de mayor valor, muchas postergan el compromiso bajo la ilusión de que “siempre habrá algo mejor afuera”. Pero cuando su atractivo en el mercado declina, la urgencia por comprometerse se intensifica. Para un hombre que ha invertido años en construir su valor, comprender estas dinámicas es clave antes de tomar una decisión.

En conclusión, es vital entender que cada uno de nosotros posee un valor numérico en el mercado sexual. Ese valor te coloca en el escaparate como un bien codiciado o te arroja a la basura como algo despreciable. Comprenderlo y trabajarlo no es opcional: es la condición necesaria para aspirar a una vida sexual plena y relaciones verdaderamente satisfactorias. Quien descuida su valor en este mercado está condenado a ser tasado en lo más bajo, tratado con indiferencia y, en última instancia, olvidado.

Es importante aclarar que el valor en el mercado sexual no equivale al valor personal. Narcotraficantes pueden ser idolatrados por mujeres hermosas, mientras que mujeres de carácter cuestionable son deseadas únicamente por su belleza física. Al mismo tiempo, hombres nobles y mujeres bondadosas pueden quedar ignorados por no cumplir con los parámetros de este mercado.

Puedes ignorar estas reglas, pero no puedes escapar de ellas. La biología no pide tu opinión. El mercado sexual seguirá funcionando con o sin ti. La diferencia es si entras como jugador… o como mercancía.

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este fue un fragmento de mi libro SIGMA, MENTALIDAD PARA UN MUNDO CAÓTICO

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Iván Barca